Los toros dan y quitan

SANTOS DEGOLLADO (1811 - 1861)

El General Santos Degollado, destacada figura del Ejército Liberal durante la Guerra de Reforma, nació en Guanajuato, Gto., México, en 1811. Desde muy joven fue partidario del federalismo; participó en su primer hecho de armas en 1836, donde fue hecho prisionero y poco después fue liberado.
En 1839, después de incorporarse a otra sublevación armada, fue nuevamente apresado y a su liberación, colaboró con Melchor Ocampo en el Gobierno de Michoacán. Incorporado al ejército, se adhirió en 1854 al Plan de Ayutla, promulgado contra el gobierno de Santa Anna. Al triunfo de dicho movimiento, se le nombró gobernador de Jalisco (1855-56) y en 1858 fue designado Ministro de Guerra y Marina por el Presidente Benito Juárez, así como General en Jefe de las fuerzas republicanas y al triunfo de las fuerzas liberales en la Guerra de Reforma, ocupó el cargo de Ministro de Relaciones. En ese mismo año ordenó requisar un millón de pesos a un grupo de comerciantes que pretendía sacarlos del país, hecho que le costó ser procesado.
En 1861, al enterarse del asesinato de Melchor Ocampo, pidió su reincorporación a las filas del Ejército a fin de perseguir y apresar a sus asesinos, solicitud que le fue concedida. Desgraciadamente, el 15 de junio de 1861 fue derrotado en los Llanos de Salazar, perdiendo la vida a manos de las fuerzas conservadoras.
Fuente:
https://www.gob.mx/sedena/documentos/15-de-junio-de-1861-fallece-el-general-santos-degollado?state=published

El distinguido escritor de Coahuila, Don Armando Fuentes Aguirre "Catón", escribió una editorial muy hermosa y pintoresca de nombre "El diablo de don Santos", donde nos narra en forma sucinta sobre las buenas maneras que tenía este héroe nacional para la monta de toros, amén de su dominio sobre los caballos: Hombre en verdad muy singular fue Santos Degollado. Nacido en Guanajuato en 1811 vivió una niñez de gran pobreza, pues su padre fue insurgente y todos sus bienes le fueron incautados por los realistas. Un tío suyo lo recogió a la muerte de su progenitor y lo llevó a México. Después él fue a Morelia, donde se empleó en la Catedral. Ahí trabajó 20 años.
En ese tiempo se hizo Degollado de una vastísima cultura. Es fama que sabía latín, griego, hebreo y árabe, y que en todas esas lenguas podía leer como en la suya. Era gran conocedor de la Biblia, muchas de cuyas partes sabía de memoria. Las ciencias naturales le apasionaban; poseía conocimientos de matemáticas, química y otras abstrusas disciplinas.
Sin embargo tenía muy bien plantados los pies en la tierra don Santos Degollado. Se lanzó a la carrera de las armas como enemigo de Santa Anna. Simple soldado raso, llegó a ser general. Se volvió hombre muy de a caballo, y adquirió considerable fortaleza física. Cierto día hubo en Zapotlán un jaripeo. A él asistió don Santos vestido de civil. Sacaron un toro bravo y nadie lo pudo montar. Uno tras otro eran derribados los rancheros por la furiosa bestia. En el tendido se oyó una voz fina y atiplada:
-Deben poner más flojo ese pretal.
Otros rancheros mordían el polvo al no poder sostenerse en el lomo de la fiera.
Y otra vez la vocecilla:
-Pónganle más flojo el pretal.
Los pelados voltearon a ver a quien aquello decía. Era don Santos, que lucía traje negro y sombrero de copa. Se rieron todos, y uno dijo:
-Pos bájate tú, roto, si tanto sabes.
Bajó al ruedo Degollado, y sin siquiera quitarse el sombrero montó en el animal luego de arreglarle el pretal. Soltaron a la bestia, y salió el toro tirando coces y reparos. Don Santos se mantuvo firme. Por toda la plaza fue dando el toro saltos y corcovas, y don Santos seguía firme, como si en vez de montar un fiero bruto fuera en un caballito de carrusel. El animal, fatigado, se echó en la arena y don Santos bajó de él como un rey de su carroza en medio de los aplausos y vítores de la concurrencia.
Vivía como un monje don Santos Degollado. En cierta ocasión recibió alojamiento en una casa rica de Sayula. Todos los días las criadas que iban a tender su cama la encontraban en orden. Se asombraron pensando que aquel señor tan importante hacía la cama por sí mismo. Pero más se asombró el jefe de la casa cuando una vez, a media noche, entró en la habitación de don Santos para llamarlo, pues alguien lo buscaba. Lo encontró durmiendo en el suelo, sobre una piel de búfalo que siempre traía entre sus efectos. El asombrado señor le preguntó a Degollado por qué no dormía en la cama, y éste le respondió con una sonrisa avergonzada:
-Es que luego me mal acostumbro.
Vivía como un santo don Santos. Despreciaba los banquetes que se le ofrecían y apenas de vez en cuando probaba un trago de vino, como decía él, “por no desairar”. Sus oficiales decían sotto voce:
-Este don Santitos es como el cura de Apango, que ni chupa (es decir ni fuma) ni bebe ni va al fandango.
En opinión de los historiadores liberales fue Santos Degollado “después de Ocampo y Juárez, el carácter más entero y admirable de la Reforma”. Los conservadores, en cambio, lo describen como a un demonio y lo culpan del terrible saqueo que sufrió la catedral de Morelia, cuyos tesoros, dicen, fueron a dar a manos de los yanquis como pago por la ayuda que los Estados Unidos dieron a los juaristas. Quién sabe...
Fuente:
https://vanguardia.com.mx/articulo/el-diablo-de-don-santos-1