Los toros dan y quitan

LOS 3 MUERTOS EN LA CORRALEJA DE CHINÚ, COLOMBIA (XXXX - 1991)

LOS 3 MUERTOS EN LA CORRALEJA DE CHINÚ, COLOMBIA

Solo para efectos ilustrativos

Foto que ilustra las añosas Corralejas en la Ciudad de Montería (Capital del Departamento de Córdoba, en Colombia) Cortesía de © Carlos Crismatt Mouthon

MAYRA ARRIETA (BANDERILLERA)1964-1991

JOSÉ ANDRÉS DÍAZ  (MANTERO) 1969-1991

SILVIO BETRÁN COABAS  1949-1991

 

Refiere don Antonio (el Toño) Sánchez,  en una brillante  editorial publicada el  27 de noviembre de 1991 en “El Tiempo.com” (Noticias de Colombia), que acaecieron tres muertes y 27 heridos en el inicio de las “Corralejas” celebradas en Chinú, Córdoba, Colombia. La nota textual dice: << el luto, la sangre y las cogidas aparatosas volvieron a teñir la arena el redondel de las corralejas de Chinú (Córdoba), donde tres personas perdieron la vida y 27 más resultaron heridas en las fiestas de 1991. Un toro, conocido como el hijo del celebre “Viruta”, un bayo, de más de 600 kilos y con cornamenta impresionante, hizo cachichí (desastre): mató a una banderillera muy conocida en las plazas de Sucre y Córdoba, de nombre Mayra Arrieta de 27 años, e hirió a varios espontáneos. Los otros muertos fueron el mantero José Andrés Díaz, de 22 años, natural de Chimá, quien llevaba once años recorriendo las ferias de la Costa, y Silvio Beltrán Cuabas, de 42 años, natural de Chinú y sepulturero de la localidad. "

 

Un promedio de 20 participantes mueren cada año en varios festivales, conocidos como las corralejas, que se han realizado anualmente durante más de un siglo y medio en pueblos de las sabanas del norte colombiano.

 

El libro: “Historia de las Corralejas”, de Juan Santana Vega, en referencia a algunos toros famosos que llenaron de sangre la historia de las añosas Corralejas Colombianas al dar muerte a más de 45 personas, relata que:

 

EL CHIVO MONO: Toro de raza criolla del ya fallecido ganadero Vinicio Cordero S. La mezquindad de su estampa no denunciaba la malicia que escondía en su ser, ya que parecía un buey, cuando pastaba en su dehesa, hiciera que muchas personas que nunca le vieron en corralejas se tomaran equivocados conceptos de su mal genio. Ha sido uno de los toros que más ha enlutado hogares en todos los pueblos del departamento donde hacía sus presentaciones y al nivel de la Costa. El Chivo Mono era de una cornamenta ligeramente defectuosa. Lo que lo ayudaba a ser más rápido para coger a sus víctimas y propinarles sus pitonazos. Fidel Madera da testimonios que éste toro tenía la particularidad de golpear la corraleja y abrirse un tanto para ver quien caía de los racimos humanos que se hacían en las vallas y así poder cobrar una víctima. Fue una tarde del 10 de Diciembre es unas fiestas patronales en Sahagún, mandó al hospital a más de cuatro personas, entre manteros y espontáneos. Fue una masacre horrenda. Esa tarde llamó la atención fue la manera o pericia con que el toro hundía el cuerno una vez que tenía a la víctima a merced suya.

La matanza más grande propinada por el Chivo Mono en los largos años de su carrera mortuoria en las plazas, la realizó en una fiesta en Planeta Rica. Esa tarde mató a siete personas entre ebrias y sobrias. Durante esa matanza, el toro le mantuvo dándole de cornadas en el aire sin dejar caer al suelo sus cuerpos, mientras que sus intestinos iban quedando regados por toda la plaza, por toda la arena.

Años después don Vinicio Cordero se lo regaló a don Jerónimo Berrocal, quien lo llevó por última vez, a una fiesta en Santa Lucía. Ya era un toro que se le notaba la fatiga en los ojos cansados que tenía. Esa vez se resistía a salir de los chiqueros porque prefería que la muerte la siguiera ejecutando otros de su especie y de las nuevas generaciones. Más tarde, don Jerónimo Berrocal, se lo obsequió a don Orlando García quien se lo llevó a su hacienda "Tequendama" donde vivió los últimos días de su vida. De aquel despiadado y maligno toro sólo quedan sus inmemorables presentaciones en las plazas del departamento. De él sólo queda su cabeza disecada, empotrada en las paredes del comedor de la casa de don Orlando García, en la ciudad de Cereté. Quien dio muerte al toro fue Melanio Murillo, quien fue en su vida novillero, rejoneador de cartel, hacedor de toreros grandes como Pepe Cáceres y Alfonso Vásquez (Vázquez II) y además taxidermista de reconocida trayectoria Nacional, y embalsamó su testuz, porque se había hecho viejo y había perdido la vista. Allí permanece como un adorno grotesco, mirando con sus ojos muertos y amenazando con su cuerno un tanto caído hacia delante y abierto un poco hacia fuera, a los dueños de casa y a los visitantes.

EL BARRAQUETE: Fue uno de los toros más famosos que se han jugado en las corralejas del departamento de Córdoba. Su fama está basada, más que todo, en su criminalidad y en la facilidad con que alcanzaba a las personas de arriba de los palcos de la corraleja. Una vez que hacía su entrada a la plaza empezaba a recorrerla en un trote muy particular, se dice que lo hacía como especie de rastreo para ver que personas se habían enganchado mal en la valla y poder cogerles. “El barraquete” era un toro criollo, de pelambre negra que sabía valerse muy bien de sus dos cuernos así como de sus cuatro patas ya que también hacía uso de ellas para matar. Era como tener cuatro cuernos más.

Este toro cometió una serie de actos criminales durante el período que se mantuvo yendo a las corralejas, de los cuales se desprende la razón para tomarle como el toro más asesino y despiadado que ha pisado las plazas del departamento. El acto más cruel que cometió el Barraquete en su carrera de muerte, lo hizo en una plaza de Cereté. Esa tarde mató a un muchacho imprudente que quiso alcanzar uno de los billetes que los ganaderos les tiran a sus toros para que éstos tengan mayor oportunidad de cogerles o de matar. El muchacho tenía una edad entre los 16 y 17 años, el cual casi nadie lo conocía. El muchacho recibió una horripilante cornada en la parte baja de sus costillas falsas, que le produjo la muerte instantánea. La cornada le destrozó el hígado y los intestinos. Una vez que el toro le mató, su cadáver fue llevado al anfiteatro del hospital local a esperar que lo reclamaran, pasaron tres días y nadie lo reclamó. Al cuarto día cuando se le iba a dar sepultura, apareció su padre, un señor de apellido Cuello quien resultó ser una persona adinerada y que andaba en busca de su hijo pródigo.

El propietario del toro, Miguel Soto, dueño de la hacienda "Cuba Libre", se lo dejó como herencia a su hijo Rafael Soto quien a su vez se lo obsequió o vendió a don Alejandro Saibis Sossa para que le sacara cría. Así ocurrió, el rico ganadero logró que le diera seis toretes con las mismas características físicas del padre; color, tamaño, y unas cornamentas por el mismo estilo, pero no tenían la bravura ni la malignidad del viejo reproductor.

EL 016: Toro de color negro con un alto porcentaje de la raza miura, nacido y criado en la Hacienda El tomate, propiedad del ganadero cereteano, Laguando Barguil Rubio. Este toro pudo haberse hecho célebre por su bravura como lo son los astados nacidos en estas propiedades; pero lastimosamente fue famoso porque dio muerte a don Eugenio Sánchez Artega, hijo muy querido de Lorica; ciudad que lloró con lágrimas de dolor y con sentimiento de cariño su inesperada desaparición. La muerte de Sánchez Artega ocurrió cuando se desempeñaba como gerente de la Lotería de Córdoba, y todos los días, en las horas de la tarde, un a vez finalizaba sus labores en Montería, se desplazaba a la ciudad de Lorica donde tenía su hogar. Por aquellos días se realizaban fiestas de toros en la localidad de Cotorra. Una de esas tardes de corralejas un toro negro que resultó ser "El 016", escapó del escenario de la corrida y siguió los rumbos de su dehesa sin que fuera perseguido por las personas encargadas de resolver estas situaciones; se olvidaron o quisieron ignorar el gran peligro que este animal representaba en aquellos caminos. Cerca de la localidad de Carrillo, el toro encalambró, allí en plena vía permaneció hasta las horas de la noche. En ese lugar le encontró el infortunado funcionario quien al verlo se bajó de su auto y quiso poner unas ramas para advertir a los demás conductores de su presencia en la vía, pero con tan mala suerte que el toro se puso de pie y le propinó un pitonazo en el estómago y le destrozó el hígado lo que le ocasionó una grave hemorragia y con ella la muerte. El chofer al ver el hecho quiso ayudarle pero casi corre con la misma suerte, entonces tuvo que esperar que el toro se alejara un poco, el chofer pudo rescatar al herido y conducirlo al hospital de su ciudad. En vano fueron los esfuerzos que se hicieron para salvarle la vida.

EL TAPA E’TUSA: Toro de pelo negro retinto y adornado con una lista blanca que le recorría el lomo desde la cruz hasta el rabo. De raza criolla pura. Criado en la ganadería Quibdó de propiedad del ya fallecido don Rafael Páez. Esta hacienda está ubicada en la región de la Madera, corregimiento de San Pelayo. Era un toro que se destacaba por su valentía en las plazas y por su mansedumbre en su dehesa.

Una vez en el municipio de San Antero, mató a siete personas entre manteros y espontáneos. Otra tarde que se llevó a la población de tres palmas, mató a tres personas, y cierto día que se le sacó a El Carito, le arrebató la vida a cuatro más, sin incluir el número de heridos. De sus otras presentaciones, en las plazas de provincia, no se puede dar una lista completa de las muertes que llevó a cabo, pero es muy posible que haya ocasionado el entierro de muchas personas más.

Este toro logró acabar con muchas vidas, pero también tuvo un final muy curioso, ya que al parecer, un pariente de alguna de las víctimas tuvo el deseo de venganza por la afrenta de la desdicha, y decide un plan macabro, pensó matarle de un balazo. Dicho lo iba a cumplir cuando se le diera la oportunidad y esa oportunidad se le cumplió en la hacienda "Las Manuelitas" también de propiedad del señor Rafael Páez, el astado recibió la descarga mortal en plena cabeza, la que le ocasionó, además de espantosos y lastimosos bramidos, una desesperada carrera que lo llevó a los rodeos de la hacienda "Quibdó", donde murió con las luces del día.

EL PLUMA EN EL AIRE: Fue un toro de la ganadería "Cielo Azul", propiedad de don Nando Otero; criollo, de cuernos bien formados y con una pelambre del color de la melcocha. Su nombre se debe a la facilidad con que levantaba a sus víctimas al aire aprovechando su cornamenta bien formada. El hecho más destacado de este toro lo realizó una tarde de febrero en la corraleja de Cereté. Donde logró coger a un hombre imprudente y lo levantó a lo alto, le esperó con los pitones levantados, sin dejarle caer al suelo. El hecho se repitió por tres veces seguidas. Al parecer la víctima pudo haberle causado su muerte la caída de cabeza que tuvo ya que las cornadas no hubiesen sido suficientes para acabar con su vida.

EL POLLERA AZUL: Toro de la ganadería de don Nando Otero. Poseía un hermoso color negro azabache, adornado con pequeñas manchas blancas. De raza criolla como "El pluma en el Aire". Tenía una cornamenta perfecta y temible, con la que logró dar muerte a una veintena de hombres y desfondar a muchos caballos.

EL CAMARRENGA: Este toro criollo, hosco y bragado; tomó su nombre de la ganadería donde era oriundo hacienda "Camarrenga". De propiedad del ya fallecido, doctor Eugenio Giraldo R. Este toro integra la cuarteta de toros más asesinos que se han presentado en las corralejas del departamento. Estos toros son: "El Chivo Mono", "El Barraquete", "El Tapa E’Tusa" y "El Camarrenga".

Han existido muchos otros toros famosos, pero que es casi imposible relacionarlos en detalles. Sin embargo, los que más relucen son: "El Lechuza", negro azabache, de raza criolla y de propiedad de don Clímaco Espinosa. "El Viruta", de propiedad de Nando Otero. "Nacho Vive", de la hacienda El caucho, propiedad de Vitaliano Cárdenas. Toro de color azorrado. Una tarde de un Diciembre, en la corraleja de Sahagún, hirió de gravedad a Catalino Pérez; el popular "loco Catalino". Tenía este astado una particularidad especial, no permitía el acercamiento de personas extrañas. Su amo lo llevó a muchas plazas entre ellas las de Sincelejo, Sampués, Colomboy, etc.

Por su parte refiere el historiador Diego Andrés Rosselli Cock, MD que don Arturo Cumplido (fallecido en agosto de 2009, e hijo del legendario ganadero Hermógenes Cumplido) criador de toros criollos y de media casta en Santa Teresa, cerca de Tolú, era el dueño del famoso toro BALAY, el más solicitado en las corralejas por haber dado muerte a más de 40 personas, El animal murió en San Pelayo, envenenado por un rehiletero que vengó con una banderilla emponzoñada la muerte de su hermano (días antes muerto por Balay en una corraleja en Corozal, Sucre). Este famoso toro, al que incluso le compusieron un “porro”, por asesino, era bayo, bajito, y sencillo, pero con unos cuernos de fortaleza. Se paseó por todas las plazas, desde Turbaco, pasando por Sincé, su plaza sincelejana, hasta la cereteana y jamás perdió batalla.

 

El Diario Eltiempo.com del 13 de noviembre de 2009, en una editorial de nombre: Corralejas: Muerte en la arena, refiere que <<José Madera Maderita , toda una leyenda del capote, la muleta y las banderillas, recuerda la tristemente célebre historia de los toros Tapa e Tuza, El Chivo Mono, El Barraquete y La Escoba. Los cuatro sumaron 53 muertos, así: 27, 16, 6 y 4, respectivamente. Al Tapa e Tuza lo mataron en la finca de Rafael Páez cuando destruía una cosecha de maíz. Otros toros con renombre fueron El Llorón, de Santos Cogollo y El Barcino de Marco España.Ultimamente han hecho historia El Masamorro, El Perro, El Policía, El Aviléz, Sarampión, Perrazo y el Siete Cajas, el más temible de todos. De antaño, Chivo Mono, con más de 30 muertos en sus cuernos; El Barraquete, El Murciélago, El Cocao, El Arrancatete, Jabonero y Fidel Castro. Fuente: http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-59521