Los toros dan y quitan

GERMÁN RODRÍGUEZ (XXXX - 1978)

GERMÁN RODRÍGUEZ

Refiere la Unidad Cívica Navarra por la República, que en 1978 en la celebración de los “Sanfermines” y tras la intervención de las Fuerzas de Orden Público (FOP), 200 personas resultaron heridas, 11 de bala, además de un joven muerto, Germán Rodríguez, militante de la LKI,  sin que "los culpables pagaran por ello".

Estas fuerzas eran comandadas por Rodolfo Martín Villa, entonces jefe de la represión franquista. Sus esbirros entraron en la plaza de toros de Pamplona a tiro limpio y provocaron casi un centenar de heridos. Fuente: Don Javier Ortiz (qepd)/Maldito San Fermín/http://www.javierortiz.net)


La Policía Armada irrumpe en la plaza de toros de Pamplona para dispersar un grupo de manifestantes que reclamaban la libertad de los presos.
http://www.lavanguardia.com/hemeroteca/20130708/54376518855/transicion-politica-sanfermines-1978-navarra-fuerzas-del-orden-policia-victimas-mortales.html

El lunes 8 de julio de 2003, el prestigiado diario "La Vanguardia" en su edición en la Internet, publicó de su hemeroteca una completísima editorial titulada: "Los Sanfermines más tristes", donde refieren que.- El 8 de julio de 1978, los 'grises' irrumpen en la plaza de toros de Pamplona para disolver a unos jóvenes que pedían la libertad de los presos. | En los enfrentamientos posteriores con la Policía Armada, Germán Rodríguez muere por un disparo en la frente. | Los turistas abandonan la ciudad y las fiestas son suspendidas.

Las fiestas de los Sanfermines se celebran cada año desde el 6 hasta el 14 de julio. Todo comienza en la plaza del Ayuntamiento de Pamplona a las doce del mediodía del día 6 con el chupinazo. A las ocho de la mañana del día 7 comienza el primero de los ocho encierros de los toros que serán lidiados en la corrida de la tarde.

A lo largo de la historia, los Sanfermines se han suspendido en muy pocas ocasiones, siempre por motivos políticos. En 1937 y 1938 por la Guerra Civil; en 1978, tras la muerte de Germán Rodríguez el 8 de julio, y el posterior fallecimiento de otro joven en una manifestación de solidaridad en San Sebastián. La última interrupción parcial fue en 1997, cuando se suspendió la sexta corrida y el séptimo encierro en señal de duelo y repulsa por el secuestro y posterior asesinato a manos de ETA, del concejal del Partido Popular de Ermua, Miguel Ángel Blanco.

La tensión política previa a los Sanfermines de 1978 era máxima. En plena transición y en pleno debate sobre la Constitución, Navarra, reclamada por los nacionalistas vascos como parte del País Vasco, era uno de los temas críticos. En Pamplona, la semana pro-amnistía de mayo de 1977 había finalizado con dos muertos en las calles. En noviembre de aquel mismo año, ETA había asesinado al comandante Joaquín Imaz, que estaba al mando de la Policía Armada en la ciudad. Fue sustituido por Fernando Ávila García, proveniente de la Legión y al que varias fuentes atribuyeron su solicitud para ocupar la plaza vacante a su deseo de dar un escarmiento a los pamploneses rebeldes. Este clima de violencia durante los primeros meses de 1978 se fue acrecentando por acciones en las calles de la extrema derecha y de los abertzales. En mayo, un grupo de jóvenes asesinó en la calle Chapitela al subteniente de la Guardia Civil Juan Antonio Eseberri. A raíz de aquella acción hubo cinco detenidos que ingresaron en la cárcel de Pamplona. Difícilmente una fiesta como los Sanfermines podía frenar tanta agitación.

Al finalizar la faena del sexto toro del segundo festejo, unas decenas de jóvenes de las peñas saltaron al ruedo con una pancarta reclamando la libertad de los presos. La reclamación levantó aplausos y silbidos. Después hubo un altercado en el tendido entre partidarios y contrarios a la politización de las fiestas. Escasos minutos más tarde, cerca de cuarenta miembros de la Policía Armada, de los 200 que custodiaban la plaza, con material antidisturbios, comandados por el comisario jefe de Pamplona, Miguel Rubio, irrumpieron en la arena para reprimir duramente a los jóvenes de las peñas. Fue la mecha que hizo explotar la tensión contenida en una ciudad vigilada excepcionalmente por las fuerzas del orden. La policía disparó pelotas de gomas, botes de humo y, finalmente, fuego real. Hubo siete heridos de bala en la plaza. El gobernador civil, Ignacio Llano, presente en la tribuna, negó haber dado la orden de actuar a la Policía –otros dijeron, que su orden de no intervenir fue interpretada de forma errónea-. De los casi 20.000 asistentes al festejo, muchos se dispersaron por las calles adyacentes; otros hicieron frente a los antidisturbios arrojando todo tipo de objetos. Los enfrentamientos se extendieron a las calles adyacentes al coso.

En el cruce de la calle Roscenvalles con Carlos III, a las 22.15 h, Germán Rodríguez, un joven pamplonés, recibió un tiro en la frente proveniente, según unos, de una ráfaga de metralleta; según otros, de disparos espaciados. La realidad, es que treinticinco años después se desconoce quién disparó y qué tipo de arma se utilizó. Germán, militante de la Liga Comunista Revolucionaria (LKI) y miembro de una conocida familia de la ciudad, falleció horas después en el Hospital Provincial de Navarra sin que los médicos pudieran salvarle la vida. Los disturbios se convirtieron en una revuelta. La batalla duró hasta la madrugada. Los manifestantes intentaron asaltar el Gobierno Civil y el palacio de la Diputación Foral. El día 9 por la mañana, el centro de la ciudad presentaba un aspecto dantesco y solitario: oficinas bancarias, tiendas y bares destrozados; decenas de coches, utilizados como barricadas –todavía no había contenedores de basuras en las calles- incendiados. Miles de turistas, aterrorizados, abandonaron la ciudad. El balance final de víctimas, además de Germán, fue de once heridos de bala y otros 150 con diferentes lesiones.

Las protestas se extendieron por Navarra y el País Vasco. En San Sebastián, otro joven –Joseba Barandiaran- murió en una manifestación de solidaridad. Después de dos días de luto, el día 11, el alcalde, de acuerdo con las peñas, anunció desde el balcón consistorial que las fiestas quedaban definitivamente suspendidas. Para compensar la anulación, en septiembre, se celebraron los Sanfermines pequeños. Curiosamente, muchos pamplonicas los recuerdan como uno de los mejores, sin foráneos, en un ambiente familiar, recuperaron las sensaciones de una fiesta local que desde la década de los años veinte –en buena parte, gracias al escritor estadounidense Ernest Hemingway- se ha transformado en una fiesta universal.

El ministro del Interior, Rodolfo Martín Villa, reconoció en el Congreso que “la actuación de la Policía Armada en Pamplona fue desproporcionada” aunque defendió que según los informes en poder del Gobierno, la policía no disparó contra Germán Rodríguez. La única responsabilidad política fue la dimisión del gobernador civil, Ignacio Llano. Por su parte, en agosto, la comisión de Peñas presentó el informe San Fermín 78, en la que cifraban los daños económicos -116 millones de pesetas- físicos y morales causados por las fuerzas de orden público. No aportaba ningún dato nuevo pero daba por cierto que el responsable directo de la carga policial en la plaza de toros fue el comisario jefe Miguel Rubio –contra el que se querellarían- y que la bala que causó la muerte a Germán fue disparada por la policía. Asimismo, recordaban que según la misma policía se dispararon más de 150 balas de fuego real, 5.000 pelotas de goma, 1.000 botes de humo y otros 1.000 gases lacrimógenos.

En abril de 1983, la Audiencia de Pamplona dictaminó el sobreseimiento del sumario seguido por la muerte de Germán Rodríguez. El auto consideraba que no había lugar al procesamiento del comandante de la Policía Armada, Ávila García, ni al de los capitanes Giménez Cacho y Lafuente Ramírez, todos ellos acusados por delitos de asesinato y lesiones por encubrimiento del asesino o asesinos de Germán. La razón para cerrar provisionalmente el sumario era la falta de datos, tales como los nombres y destinos de los oficiales y policías que el 8 de julio se hallaban en el lugar y el armamento utilizado. En el año 2005 se presentó en el Festival de Cine Español de Málaga el documental Sanfermines 78, dirigido por Juan Gautier y José Ángel Jiménez, con destacados testimonios, como el de Ignacio Llano o Miguel Rubio, aunque ninguno de los dos aclaró quién o quienes ordenaron la entrada de la policía en la plaza. El documental también proporcionó imágenes inéditas tanto de los enfrentamientos en las calles como de la entrada de la Policía Armada en la plaza. Imágenes, estas últimas, rescatadas en Francia y que TVE después de haberlas emitido una sola vez en los informativos del 9 de julio nunca más volvió a difundir. De hecho, no se localizan en sus archivos. Otro punto oscuro en otro de los episodios negros de la transición.