Los toros dan y quitan

ESTEBAN GARCÍA BARRERA (1905 - 1929)

ESTEBAN GARCÍA BARRERA

Prometedor novillero mexicano cogido en la corrida nocturna del día de muertos, en Morelia Michoacán, el 2 de noviembre de 1929 con toros de la dehesa de Queréndaro. Alternaba ese día con David Liceaga, quien no llegó por un accidente automovilístico.

Esteban aceptó despachar la novillada entera a pesar de no haber cuadrillas profesionales, y de sólo contar con la ayuda de Antonio Conde, pero estando éste enfermo de tuberculosis, después de la accidentada lidia de los 2 primeros novillos, por el esfuerzo, sufrió una hemorragia, echando sangre por la boca. En este infortunio, Esteban se quedó solo con los improvisados subalternos, que no eran más que aficionados que apenas habían echado capa por ahí. Salió el tercero y a decir de Ignacio Solares y Jaime Rojas Palacios, " el animal era muy corpulento y aterrorizó a los peones de ocasión..." y aquella se convirtió en "la cuadrilla de, anda tú, sal tú, no mejor tú..." de tal suerte que el valeroso Esteban se quedó solo con el burel, de nombre "Aleve" y después de unos lances, al buscar refugio en el burladero y al no tener el respaldo de una cuadrillas presta al quite, fue alcanzado al momento de entrar por la tronera del burladero, quedando a merced del novillo, aquél que le pegó una cornada en el vientre, entre otras. Y si no hubo quien le hiciera el quite con el toro, tampoco hubo médico que lo atendiera bien de la cornada en los intestinos falleciendo el siguiente 5 de noviembre de 1929.

Sobre este lidiador azteca, el cronista Juan José Zaldívar Ortega refiere que << Esteban García, fue un matador de novillos mexicano, nacido en el Estado de Aguascalientes el año 1905. Se presentación en la Plaza de Toros de la ciudad de Méjico constituyó un gran éxito, haciendo concebir a la afición grandes esperanzas de que cuajaría en él un gran torero. Pero duraron poco las ilusiones, porque, desgraciadamente, el 2 de noviembre de 1929, lidiando una corrida en la Plaza de Toros de Morelia (Michoacán), fue cogido tan gravemente, que murió tres días después, cuando contaba 24 años de edad. Fue un joven diestro muy valeroso que apuntaba un estilo muy personal, rebosante de arte y alegría. Dos meses antes, concretamente el 8 de septiembre, alternó con Carmelo Pérez y José González (Carnicerito de Méjico) en el coso El Toreo de la Condesa (ciudad de México, D. F.). En esa corrida se lidió el toro de nombre "Toluqueño", pastueño y noble, según don Agustín Linares, lo que quiere decir que era soso, de bravura muy acompasada y lenta, de la ganadería mexicana de Santín, al que el diestro mexicano, la tarde del citado día, en la corrida de "La Oreja de Plata", organizada por la revista española El Eco Taurino, le realizó una grandiosa faena, teniendo como premio dicho trofeo, mismo que le envió desde allá su colega Gitanillo de Triana. Fue disputado, en una corrida de ocho toros, entre el ganador y los alternantes señalados. >>

El erudito taurino, Juan José de Bonifaz Ybarra, refiere de esta víctima de la fiesta que << el mexicano Esteban García, bien conocido y estimado en su país, fue cogido, en una corrida nocturna celebrada en Morelia (México) el 2 de noviembre de 1929, por una res de la ganadería de Queréndaro. Como consecuencia de las heridas recibidas dejó de existir el día 5 del citado mes. >>

El 6 de noviembre de 1929, a causa de la gravísima cornada que le infirió en el vientre el novillo de nombre "Aleve", de la ganadería de Queréndaro, cuatro días antes por la noche en la plaza de Morelia, Michoacán, y por la baja temperatura que había en el hospital que le produjo una pulmonía, fallece el diestro Esteban García. (Fuente: Efemérides Taurinas/ http://suertematador.com)

Don Carlos Abella, el erudito taurino, refiere en la página 124 de su libro Historia del Toreo (Tomo 2), que Esteban García fue muerto por un toro de nombre "Pregonao", en ese mismo noviembre negro de 1929, donde también resultara seriamente corneado, a pocos días - el 17 de noviembre- su feroz competidor de Texcoco, Armando Carmelo Pérez por el toro "Michín" de San Diego de los Padres, heridas de las cuales nunca se recuperó, falleciendo después de varias actuaciones el 18 de octubre de 1931, hermanando su tragedia.

Refiere el distinguido cronista Héctor Budar, que el prometedor novillero Esteban García Barrera, nacido el 2 de Septiembre de 1905, sufrió una terrible cornada el 2 de Noviembre de 1929 en la plaza de Morelia. Fue una corrida nocturna tradicional en la capital michoacana, que se sigue celebrando en ocasión del día de muertos. Esa noche estaban anunciados Esteban García y David Liceaga mano a mano con cuatro novillos de Queréndaro. La novillada estaba anunciada a las nueve de la noche, como Liceaga no llegaba esperaron media hora. Entonces Esteban se comprometió matar el solo la corrida como ya lo había hecho en otras ocasiones en el Toreo por cornadas de quien era su pareja de alternancia Carmelo Pérez. Esa noche como agravante el ruedo estaba en malas condiciones, pues el día anterior se había presentado un espectáculo de circo y habían dejado hoyos en el piso que la empresa no se ocupó en arreglar. En estas condiciones dio principio el festejo, Esteban lidió y mató los dos primeros novillos, salió el tercero de nombre "Pajarero", un novillote con mucho temperamento que se revolvía en un palmo de terreno, llevando al diestro hacia adentro. El último lance fue tan comprometido que el novillo lo enganchó por la pierna izquierda, zarandeado y arrojado a distancia. En la enfermería se apreció una cornada en el vientre que destrozó peritoneo y vísceras, además una herida en el muslo y contusiones diversas. Al día siguiente sufrió una neumonía y entró en periodo agónico falleciendo el 6 de noviembre.

El mexicano diario El Universal publicó el 25 de enero de 2005, una excelente editorial titulada: Rivalidad de Encono, donde citan que: La arrogancia ante el toro propició que los novilleros Esteban García y Carmelo Pérez terminaran odiándose; el destino les marcó un final trágico.- En un cuartucho húmedo, frío y, sobre todo, sin higiene, utilizado como enfermería en la vieja plaza de Morelia la nueva Valladolid, agonizaba Esteban García Barrera, víctima de una mortal cornada que el infirió el novillo "Aleve", del hierro de Queréndaro. Era la noche, antes de concluir, del día 2 de noviembre de 1929, cuando el tercer ejemplar de ese festejo nocturno, le propinó al capacitado novillero la puñalada que le cortaría la existencia días después. Esteban formó la pareja junto con Carmelo (Armando) Pérez, que causó sensación en esa campaña que es considerada junto con la de 1948, con los tres mosqueteros, como las más brillantes de cuantas se hayan realizado en suelo nacional. La del 29 fue triunfal y trágica. Marcan, ambos ciclos, toda una etapa en los anales de la fiesta brava en nuestro querido México. Siempre se les añora con melancolía. La expectación que provocó la pareja Esteban-Carmelo, nunca se había sentido con un par de prospectos, o sea novilleros, en la historia de ese entonces el joven escenario que era "El Toreo" de la colonia Condesa, con 22 años de existencia, pues se inauguró en 1907. Cada uno de diverso estilo. Uno totalmente ortodoxo, el otro era un recalcitrante heterodoxo. Esteban, un elemento de la línea clásica, técnico, poderoso con el toro. Carmelo, en cambio, era un elemento explosivo, revolucionario y temerario. Sí, con los ingredientes necesarios, del uno y del otro, para que el público se inundara de entusiasmo y, más que eso, explotara de pasión.

Esteban García Barrera nació en esta ciudad capital, el sufrido Distrito Federal, el 2 de septiembre del año de 1905, se cumplirá en breve un siglo justa y precisamente. Sus hermanos Agustín y Anselmo también deambularon en la profesión. Su maestro taurino fue el banderillero español Antonio Conde, que le enseñó todos los secretos de la lidia de reses bravas y el joven Esteban los captó a las mil maravillas. Evidentemente, reiteramos, se hizo un torero de escuela, con depurada técnica y una capacidad de poder y de entendimiento de las reses, lo que es toda una virtud. Algo más, se decía lo tocó la varita mágica del Todopoderoso. También tuvo el apoyo decidido de otro excelente banderillero, este mexicano, Pascual Ferro. Para definirlo, debemos decir que el subalterno azteca toreó como tal en España y en el año de 1921, al debutar en Madrid, en la plaza de Carabanchel, el público lo sacó a hombros lo que no es usual. Vamos, Ferro era todo un as. García Barrera debutó joven en "El Toreo", lo hizo el año de 1926, cuando todavía se sentía el adiós del maestro Rodolfo Gaona. En ese mismo calendario debutaron también Alberto Balderas, Heriberto García, David Liceaga, Jesús Solórzano, Edmundo Maldonado "El Tato", que empezaron a dar de que hablar. En aquellos añorados años, el público iba, temporada a temporada, calibrando a los novilleros conforme iban avanzando, consolidándose en la difícil profesión. Esa campaña de 1929, Esteban volvió al coso de las responsabilidades el 16 de junio actuando con José González Carnicerito de México y Luis Peláez, un torero de gran clase, íntimo amigo tanto de Carmelo, primero en el rastro de Tacubaya, como de Silverio Pérez, el gran compadre. A Peláez era una delicia observarlo torear de salón, ¡claro que valía la pena! Pero nadie gana un centavo. Al domingo siguiente, día 23, actuó con Julián Rodarte y Cayetano Leal "Pepehillo", el padre del que fuera matador y en la actualidad empresario, Víctor Curro Leal. Esteban le cortó el rabo a un novillo de Piedras Negras, confirmándose como puntero y un prospecto de amplio porvenir en la profesión. Hubo una entrevista de mano a mano Esteban-Carmelo el 11 de julio con una novillada magnífica de Piedras Negras y triunfaron ambos. Los toreros de esa época exponían de Esteban García Barrera: "Es un torero de escuela, tiene poder con el toro, resuelve con facilidad las situaciones difíciles".

Ante el éxito obtenido el empresario Eduardo Margeli, Curcó "Gaditano", otro desdichado que fue asesinado por el novillero Antonio Popoca, promovió una serie de tres mano a mano del capitalino y el texcocano, con el aliciente de que el triunfador obtendría un anillo con un diamante solitario con valor de cinco mil pesos. Era una real fortuna en aquel tiempo. En esos tres festejos, en el primero de ellos el 18 de julio, el primer novillo de Zotoluca hirió a Carmelo. Y Esteban se quedó solo con el encierro y cortó una oreja. Pasó casi un mes y en la segunda quincena de agosto se ofreció el segundo enfrentamiento. Novillos de San Diego de los Padres, Esteban estuvo torero, fácil, dio vueltas al ruedo, las orejas cayeron en manos de Carmelo. En el tercer festejo de estos enconados rivales, con la pasión desbordada, se dio el primero de septiembre. Los novillos de Zacatepec, otra vez herido el mexiquense, le cortó orejas y rabo a un novillo y Esteban logro una actuación casi en solitario, muy capaz, impregnada de poderío. De los 18 ejemplares que debían matar, claro la mitad cada uno, García Barrera pasaportó a 14 de ellos, sólo cuatro el hermano del Faraón Silverio. La pasión estaba desbordada, los puristas alaban a su torero, Esteban, por su técnica, torerismo, facilidad, facultades y el conocimiento de todo un preparado. Por el otro extremo, los seguidores de Carmelo pregonaban que era un torero revolucionario, fuera de serie, que penetraba con enorme fuerza en el ánimo de los espectadores con esa personalidad de todo un grande. En el mismo núcleo de aficionados, había peleas, riñas verbales y que en diversas ocasiones llegaron a las manos. Nadie se ponía de acuerdo. Finalmente el trofeo, el anillo con el brillante, fue a parar a uno de los dedos del de Texcoco. Lo anterior provocó que hubiese una profunda, arraigada rivalidad de antipatía entre los protagonistas. Terminaron detestándose auténticamente. Se veían con repugnancia, dentro y fuera del ruedo. En su apogeo el orgullo de cada torero, el carácter férreo de ambos como su arrogancia de no dejarse ganar la pelea ante el toro. Esa amalgama dio un tinte especial a la temporada de 1929. Con el surgimiento de la pareja que hizo historia y es leyenda: Esteban García Barrera y Carmelo Pérez.

Así en ese 1929, llegó el fatídico 2 de noviembre. La tradicional fecha de Día de Muertos en Morelia, festejo nocturno. Una falla mecánica impidió llegar a tiempo a David Liceaga a Morelia. Esteban, con ese pundonor torero y confiado en su capacidad, se apuntó para matar el lote entero. Ese no era un obstáculo. Esa tarde apareció en tercer lugar "Aleve", un toro asesino, parecía meneado y según el diccionario ese nombre significa traidor, pérfido. Al sujetarlo con el capote el marrajo le entableró y le cogió. Le infirió una cornada penetrante de vientre. El festejo se suspendió y Esteban ahí en ese insalubre cuartucho que era la enfermería, renegaba: "Yo aquí muriéndome y ese maldito va a tomar la alternativa, ¿como no es al revés?". Qué lejos estaba de pensar García Barrera, que el destino había sido tremendamente cruel con ambos. Cierto, Carmelo tomó en México la alternativa el 3 de noviembre, de manos de Joaquín Rodríguez Cagancho, con el toro "Granado" de Piedras Negras. Pero el 17 de diciembre de ese mismo año, en su segunda corrida "Michín" de San Diego de los Padres, lo despedazó. Una cornada penetrante de tórax, con lesiones en la pleura, más cuatro lesiones más en el cuerpo. Alternó con Antonio Márquez y el esteta Pepe Ortiz. Debió morir esa tarde en el ruedo. No fue así. Aunque lento logró restablecerse, con secuelas muy serias en el pulmón. Su epílogo, es ya conocido, fue en Madrid, después de torear en Toledo, la corrida de Corpus el año de 1931. Una pulmonía fulminante fue la causa final de los daños hechos por "Michín". En un lapso relativamente cortó Esteban García Barrera y Carmelo Pérez, en trayectoria paralela, se encontraron nuevamente allá, en los dominios del Todopoderoso.¿Continuarán con esa rivalidad inconciliable y de profundo encono?


Este es "Aleve" al que también llamaron "Gallo", que mató a Esteban García, a un niño, a un caballo y a un burro
De la hemeroteca de don Rafael Gómez Lozano (Dientefino)