Los toros dan y quitan

JOSÉ ANTONIO HERRERA Y CANO (1782 - 1819)

JOSÉ ANTONIO HERRERA Y CANO

"El patio de la cuadra de caballos en la plaza de toros de Madrid antes de una corrida."

Manuel Castellano Rodríguez de la Parra (1855)

Museo Nacional del Prado

Picador que fue cogido el 14 de junio  de 1819 y que falleció a resultas de ello el 16 de junio del mismo año. (Fuente: Accidentes Oculares en la Tauromaquia I de 1801 a 1941 de los Doctores Puertas y Celis)

Refiere el erudito taurino, don Juan José de Bonifaz Ybarra, en su obra Víctimas de la Fiesta, que << El sevillano Antonio Herrera y Cano, de los más destacados de su época, que llegaría a picar a las órdenes de espadas de primera fila, fue corneado en la plaza de Madrid la mañana del 14 de junio de 1819 por un astado del hierro de Diego Muñoz y Pereira, que se ensañó tanto con el caballo en tierra como con su jinete. La importancia de las heridas recibidas determinó su fallecimiento el posterior día 16 del mismo mes de junio de 1819. " 

El historiógrafo y MVZ taurino Juan José Zaldivar Ortega, en su libro "Víctimas del Toreo"-Apartado de Picadores, páginas 59 a la 61, refiere que: Antonio Herrera y Cano, picador de toros, nacido en Sevilla el (12-08-1782) y fallecido el (16-06-1819), a los 37 años de edad. El (14-06-1819) se celebró en Madrid una corrida de toros en la que actuaron Jerónimo José Cándido, Francisco Herrera Guillén y José Antonio Badén. Al picar Antonio Herrera al primer toro, de nombre Labrador, de la corrida celebrada durante la mañana, de don Diego Muñoz y Pereira, de Ciudad Real (antes de don Vicente José Vázquez), fue derribado y acometido por el animal, que lo corneó largamente, a pesar de los capotes que lo llamaban insistentemente y de los golpes de garrocha que Guillén procuraba darle. Cebado en jinete y caballo, no atendía otra cosa, y en uno de los derrotes enganchó a Herrera con el cuerno izquierdo, lo arrancó de la silla y lo puso más en peligro todavía. El banderillero Mariano Martínez coleó con arrojo y destreza al bicho, que por fin abandonó sus presas atraído por las llamadas de los lidiadores. Retiraron conmocionado y herido a la enfermería a Herrera, y allí, en vista de la gravedad de su estado, se le trasladó al hospital, donde murió a las 10 de la mañana del (16-06-1819). Antonio Herrera y Cano fue uno de los picadores más grandes de principios del siglo XIX, valiente y lleno de conocimientos y habilidades. Se llegó a afirmar erróneamente que murió desnucado en una caída de un modo repentino. Trabajó en la cuadrilla de José Romero, desde 1805 a 1813. Familiarizado desde muchacho con el ganado bravo, lo conducía y cuidaba, tomando parte en tientas y herraderos. Recomendado a José Romero por su maestro y paisano Juan de Dios Ximenez, con aquél empezó a trabajar en plazas andaluzas. Hacia el año 1804 hizo su presentación en Madrid. Suprimidas las corridas por Carlos IV, se dedicó a mayoral de la ganadería al servicio del marqués de Tous. Toreó en Madrid en 1811. A partir del 1814, trabajó agregado a las cuadrillas de Manuel Alonso (el Castellano) y Francisco Herrera Rodríguez (Curro Guillén), en la Plaza de Toros de Madrid, en 1815, 16 y 18.