Los toros dan y quitan

FRANCISCO APARICI PASCUAL "FABRILO II " (1868 - 1900)

FRANCISCO APARICI PASCUAL "FABRILO II "

Foto cortesía del Site Taurino de Dale Pierce Who´s Who

Matador de novillos y banderillero, nacido en Ruzafa (Valencia) el 17 de junio de 1868, falleció por asta de toro el 30 de abril de 1900, a los 32 años de edad, en la Plaza de Toros de Valencia. Era hermano que fue de Julio Aparici (Fabrilo).Se inició como becerrista en la plaza de Valencia los años 1887 y 1888. Hay que recordar que en aquellos años se celebraban becerradas en sitios determinados en las calles valencianas de Sahagún y Ruzafa. El 27 de enero de 1887 se estrenó como novillero, y el 30 de septiembre de 1888 se presentó como tal en la plaza de Yecla (Murcia). En sus primeros tiempos se apodaba “Zeme”, “Alegrito” y “Fabrilo II”.

Su hermano Julio le dio un puesto de banderillero en su cuadrilla, ya que como matador no tenía mucho éxito, pese a su notable valentía. Él fue quien hizo el primer quite al funesto toro, llamado “Lengüeto", dando lugar a que las asistencias se llevaran a la enfermería el cuerpo ensangrentado de su hermano Julio, que le arrebató la vida.

Al mes justo de la muerte de su hermano, se presentó Francisco como estoqueador en la Plaza de Toros de Valencia, alternando con Francisco Piñero (Gavira) y Antonio Olmedo (Valentín). Al hacer el paseo fue ovacionado, y el segundo “Fabrilo” demostró aquella tarde del 27 de junio de1897, un gran pundonor y un valor a toda prueba. Salió en hombros de la plaza con sus compañeros. El 8 de enero de 1899 se presenta Francisco Aparici Pascual en la Plaza de Toros de Madrid, alternando con Antonio Olmedo (Valentín), confirmando “Fabrilo II” su fama de valiente, matando sus dos novillos, “Currito” y “Manolito”, de don Ildefonso Gómez, de una estocada superior al primero y de media lagartijera al segundo, después de una faena laboriosa.

Once años después, también un día, el 30 de abril de 1900 (El erudito Juan José de Bonifaz Ybarra la ubica hacia el 30 de abril de 1899), se organizó en Valencia una novillada para los dos espadas valencianos “Finito” y Francisco Aparici “Fabrilo II”; el ganado era de don Felipe de Pablo Romero. Francisco estuvo tan desgraciado al estoquear al primero y segundo de la tarde, que escuchó tres avisos, y cuando iban a salir los cabestros cayó el toro de media estocada. Salió el cuarto, de nombre “Corucho”, negro, grande y astifino. Fue mal picado y peor banderilleado, desarrolló el peor de los sentidos: el de un mala lidia, y al final del último tercio se defendió pegado a las tablas. Al entrar a matar fue enganchado y la sangre comenzó a brotar en abundancia. La profunda cornada en el muslo derecho le interesó la arteria femoral por lo que fue llevado a la enfermería, lugar donde expiró, durante las primeras horas de la madrugada del siguiente día. Vestía ese día de su desgracia, el mismo traje grana y oro, que llevaba su hermano Julio cuando resultó herido de muerte. Dos hermanos, este novillero y el primer finado matador, fallecieron tras llevar el mismo traje…ambos reposan ahora en el Cementerio de Valencia. (Crónica del historiador Juan José Zaldívar Ortega)


Cortesía de D. José Antonio Román Romero

Refiere Don José Antonio Román Romero en su Blog taurino en Internet "De Hombres, Toros y Caballos", que, Francisco Aparici Pascual “Fabrilo” nacio en Ruzafa (Valencia) el 17 de junio de 1868,era hermano del desventurado matador de toros Julio Aparici Pascual, que también se anunció en los carteles bajo este apodo taurino. Tuvo la mala fortuna de pasar a la historia por haber muerto dos años después que su hermano, del que fue banderillero, con el mismo traje y el mismo día, un 30 de abril, pero de 1899. Se lidiaron novillos defectuosos de D. Felipe de Pablo Romero: para Carlos Guasch "Finito” y Paco Fabrilo. Los toros fueron duros de patas, bravos y con mucho empuje y cabeza. Se distinguieron por lo bravos los lidiados en tercero y quinto lugar. Este último fue de los que acreditan una ganadería; tomó un buen número de puyazos y dejó para el arrastre cinco caballos. Entre todos, 12.


Fabrilo preparándose para salir aquel fatídico día
Cortesía de D. José Antonio Román Romero

Como director de lidia, Fabrilo encontró a su primer toro completamente descompuesto y desarmando, y lo pasó de muleta como pudo, dadas las pésimas condiciones del animal. Varias veces intentó entrar a matar, y otras tantas fue desarmado. Aburrido, jadeante y con dos avisos, le determinó a entrar a la media vuelta, cosa que debió haber hecho la segunda vez que entró a malar. El público le silbó, y el diestro, que por pundonor entró a matar dándole la cara al toro, se retiró al estribo maldiciendo quizás la imbecilidad de los que le silbaran. Su segundo, qué por no variar también tenía su trozo de puya en el cuerpo, llegó como es natural manso a la muerte, sin que durante la lidia semejara a sus hermanos en bravura. El toro tomó querencia en la puerta de los chiqueros, y Paco intentó con medios pases sacarle o separarle de los mismos sufriendo un acosón en uno de ellos. Entró a matar con mucha vergüenza, y señaló un pinchazo. Nuevo trasteo, y nuevo acosón y desarme. Entró de nuevo a matar, estando el toro contra querencia y un tanto humillado, y dejó una buena estocada siendo enganchado y sufriendo terrible cornada en la cara anterior del muslo derecho, de la cual manaba abundantísima sangre. A pesar de sus esfuerzos, fue retirado a la enfermería, dejando como huella de su paso un reguero de sangre. La conmoción que sufrió el público, fue terrible. Cuando el toro dobló, las cuadrillas entraron a enterarse de la gravedad da la herida, conociéndose en sus rostros ésta, cuando volvieron de nuevo a la plaza: era mortal de necesidad. Los facultativos le apreciaron una herida de seis centímetros de extensión por quince de profundidad situada en la cara anterior del muslo derecho, en la unión del tercio medio con el superior, dirigida hacia arriba y atrás, interesando la piel, tejido celular, aponeurosis y músculo sartorio, y contusión del paquete vásculo nervioso. El público no abandonaba la plaza, en espera de consoladoras noticias, que por desgracia no llegaban nunca; al contrario, de momento en momento eran éstas más graves. En vista de su gravedad, le fueron administrados los Santos Sacramentos, Pocos momentos después, entró en reacción y habló breves frases; cayendo en seguida en un fuerte colapso.


Después de expirar en la enfermería de la plaza
Cortesía de D. José Antonio Román Romero

A las ocho de la noche prestó declaración ante el Juez Sr. Alcalde, haciendo algunas manifestaciones respecto a sus bienes, si, como esperaba, la herida era de muerte. La escena que se desarrolló entre los presentes fue desgarradora. A las nueve menos cuarto se le practicó la primera cura, observándose que la herida comenzaba en el vértice del triángulo Scarpa, subiendo oblicuamente ocho centímetros, rasgando la vena femoral tres dedos por debajo de la ingle, y se dirigía hacia dentro hasta la fosa oval subpuviana. El trayecto oblicuo de la herida desde el orificio de entrada hasta el punto en que rasgó la vena, impidió en los primeros momentos la libre salida de la sangre, coagulándose ésta en el canal.


"Corucho" novillo de Pablo Romero que causo la muerte de Paco Fabrilo
Cortesía de D. José Antonio Román Romero

La cura fue practicada hábilmente por el Dr. Lloret en 52 minutos. Velando al herido, estuvieron muchos amigos del diestro, los Dres. Lloret y Martí Soriano, el practicante Sr. Ruiz, el hermano de Fabrilo, los banderilleros de su cuadrilla y los picadores Fajardo, Chano, Paje y Curró Melena. En las inmediaciones de la plaza hubo toda la noche grandes grupos que iban a interesarse por el curso que siguiera la herida del querido espada. , Los telegramas que se recibieron pidiendo noticias de su estado fueron numerosos.


Chaquetilla del fatídico traje, expuesta en el museo taurino de Valencia.
Cortesía de D. José Antonio Román Romero

La noche la pasó intranquila, lo mismo que la mañana del siguiente día. A las dos y quince minutos del siguiente a su cogida, entregaba su alma a Dios el infortunado Paco, viéndose en su última hora rodeado de su familia y de sus amigos más queridos. Una hora después, era conducido el cadáver al domicilio de la familia en una camilla, escoltada por cuatro guardias municipales de a caballo. La muchedumbre que seguía tan fúnebre comitiva, era grandiosa. El traje que lucía la tarde de su cogida este desgraciado diestro, era grana y oro, el mismo que llevaba su hermano Julio el día que recibió la cornada que le ocasionó la muerte.