Los toros dan y quitan

MANUEL CARRIÓN (EL CORACERO) (1835 - 1883)

MANUEL CARRIÓN   (EL CORACERO)

Solo para efectos ilustrativos
De «La Lidia», 1883.
El caballero rejoneador, simplemente, está apuntillando al toro.

Refiere el distinguido cronista taurino David Lomelí, en una editorial de su autoría titulada: Impulsemos a los nuevos valores potosinos, publicada en el diario "El Sol de San Luis" (San Luis Potosí, SLP, México) del 1 de febrero de 2012, que el ilustrado escritor taurino y médico de profesión potosino, don Carlos Cuesta Baquero (fallecido el 1 de febrero de 1950) que firmaba al final de sus días sus editoriales taurinas con el seudónimo anagrama de "Roque Solares Tacubac", en los inicios de su carrera (que piensa debió haber sido en diciembre de 1886) lo hacía con el seudónimo de "Coracero", que era el mote de un espada español muerto por haber caído al mar cuando regresaba de Perú a su tierra natal, suceso que impresionó mucho al joven cronista, quien también utilizó en sus primeras crónicas el seudónimo de "P.P.T."
Fuente:
http://criadoresdetorosdelidia.wordpress.com/

A mayor abundamiento de la identidad del espada fallecido en altamar, el ilustre historiador hispano-zacatecano, don Juan José Zaldívar Ortega, cita en su obra: Más de Bernardo Gaviño Rueda (Tomo 2, página 79), que Manuel Carrión (el Coracero), matador de toros, natural de Andalucía, probablemente de Sevilla, nacido hacia el año 1835 y que toreó en la segunda mitad del siglo XIX y falleció el (13-02-1883), haciendo la travesía de Buenos Aires a España a bordo del buque "La Santísima Trinidad". Trabajó en América del Sur, donde gustó mucho su labor; pero su ignorancia del arte no le llevó muy lejos, faltándole reflexión y ganas de superarse, ya que él, como tanto otros principiantes y novilleros e incluso matadores -de los que conoció este autor muchos en Zacatecas (México)- se creía que lo tenía hecho todo. Un periódico de Sevilla dijo de él: «Todos los que en Sevilla son aficionados a los toros de cartel y a las novilladas habían conocido al espada Carrión, el que sin andarse en dibujos ni monerías daba cuenta de un bicho al segundo o tercer pase, cuando más, en cuya faena casi siempre salía airoso, por más que el arte taurino quedase poco brillante.»

Cita el diario ABC de Madrid del 15 de mayo de 1912, en su suplemento ilustrado "Toros y Toros (pág. 6).- En la última semana ha desembarcado en Cádiz el anciano matador de toros Manuel Hermosilla, y con este motivo creemos de oportunidad dedicarle unas líneas, aunque solo sea para ensalzar sus entusiasmos por las fiestas de toros y su extremada afición, que no decrece nunca. Las pocas horas que estuvo en Cádiz hablo con algunos amigos de aquella capital, entre ellos el industrial D. Francisco Sánchez, que con el apodo de "Negrete" quiso ser torero en los tiempos en que comenzaba Hermosilla. Éste dijo que la primera corrida de su vida la toreo en el año 1865 en el puerto de Santa María, como banderillero, siendo espadas MANUEL CARRIÓN (el CORACERO) y Gerardo Caballero cuando ninguno de éstos había tomado la alternativa.

Manuel Carrion, conocido por "el Coracero", aficionado á torear en su adolescencia, no perdió el gusto por las lidias en el período de su servicio militar y ya en el campamento de la dehesa de los Caramancheles, terminadas las maniobras de los simulacros belicosos, ya en Tetuan y en coso improvisado, dirigía novilladas como diestro de empuje y sereno por demás. Cumplido su tiempo de servicio y de regreso en Sevilla, su país natal, Carrion se ha dedicado á la briega con los toros; alternando en algunas novilladas con lucimiento y prometiendo un espada de poco trasteo, pero entrando á la cabeza de los bichos con alma, hiriendo derecho y firme y dominando á las reses con su elevada estatura y su intrépida planta en las suertes de recibir y aguantar. Fuente:
Galería biográfica de los principales lidiadores
http://bibliotecadigitalhispanica.bne.es///exlibris/dtl/d3_1/apache_media/L2V4bGlicmlzL2R0bC9kM18xL2FwYWNoZV9tZWRpYS8xODU1ODU1.pdf

En las efemérides de Teo Atienza refieren que "el 15 de febrero de 1883 fallece en alta mar, a bordo del vapor Santo Domingo, al regresar de Montevideo (Uruguay), Manuel Carrión "El Coracero", torero nacido en Sevilla". La efeméride de Atienza se valida en la página de Internet Vida Marítima- El Vapor Santo Domingo: (http://vidamaritima.com/2013/11/el-vapor-santo-domingo/), donde citan: "El 15 de febrero de 1883 muere a bordo del SANTO DOMINGO el torero Carrión, en viaje de Buenos Aires y Montevideo a Cádiz", aunque no refieren la causa exacta de su muerte, esto es, si se ahogó por haber caído al mar, o bien por enfermedad u otra causa. Este vapor "Santo Domingo" tuvo triste final; construido en 1877, duró activo hasta el 13 de julio de 1898, cuando viniendo de Méjico cargado de víveres rumbo a la Habana Cuba, varo cerca de Pinar del Río, en el sitio denominado Punta de Carta; la tripulación logró salvarse y sacar a tierra 800 bultos que fueron llevados a la Coloma. Acaso hubiera sido poco costoso ponerle a flote, pero los barcos yankees que le perseguían le hicieron, después de embarrancado, 150 disparos de cañón, con los cuales consiguieron incendiarle. Fuente:
Diario EL CORREO MILITAR, en su edición de 14 de julio de 1898


El crucero auxiliar español Santo Domingo, capturado embarrancado e incendiado en aguas de Isla de Pinos en Cuba en 1898
http://www.elgrancapitan.org/foro/viewtopic.php?f=45&t=19956

Tratando de despejar mis interrogantes sobre la suerte en altamar de Manuel Carrión "El Coracero", tuve el tino de indagarlo con una persona muy generosa, me refiero al historiógrafo taurino, don José Antonio Román Romero, quien amablemente me envió, de su hemeroteca, una nota de prensa del periódico "El arte de la Lidia" del 12 de marzo de 1883 (número 10), donde detallan ampliamente las circunstancias que rodearon su muerte, misma nota que a continuación transcribo.

"A fines del año último se embarcó para América el espada Manuel Carrión, contratado para tomar parte en las corridas que habían de celebrarse en la plaza de toros de la Colonia, Buenos Aires, y después de haber cumplido su compromiso, alcanzando muchos aplausos, captándose generales simpatías y haber recogido algunas utilidades, se reembarcó a principios del mes de febrero próximo pasado para la Península con su cuadrilla. Desde diciembre venía sufriendo una afección a la laringe, y al embarcarse su mal agravó en tales términos que el 15 de febrero de 1883, a los pocos días de navegación, y a la mitad del término de su viaje, falleció.

Sus compañeros y las cuadrillas que habían trabajado en la plaza de Montevideo a las órdenes de Hermosilla, "el Marinero" y Mazzantini, que venían en el mismo buque, le hicieron los honores fúnebres que las extraordinarias circunstancias le permitían. Ellos le amortajaron, y con autorización del capitán del buque, llamado "Santísima Trinidad", se colocó su cadáver en un ataúd construido por uno de los carpinteros del buque, y se le trasladó sobre cubierta rodeado de cuatro faroles a falta de otras luces. Una vez allí le velaron durante la noche y en las primeras horas de la mañana del día 16 se le amarraron los lingotes que se ponen en estos casos y las aguas del Océano se abrieron para recibirle. ¡Que Dios haya acogido en su seno el alma del simpático torero Carrión! Sus compañeros se hicieron cargo de los intereses que traía, y los entregaron a su familia, que reside en Sevilla, el día 5 del corriente (se refieren a marzo de 1883).

Manuel Carrión (el Coracero) era natural de Sevilla. Desde su juventud mostró mucha afición al arte de Montes. La contribución de sangre le llevó al servicio militar, en el que aprovechó cuantas ocasiones se le presentaron para organizar y tomar parte, con algunos compañeros, en becerradas, algunas de las que dirigió con bastante acierto. Cumplido el tiempo de su empeño, adoptó con decisión y fe el arte del toreo, en el que hubiera alcanzado mejor puesto si hubiese estado al lado de reconocidos diestros; pero creyó que campando solo lo conseguiría, y no pasó de matador de segundo orden.

Alternó en varias plazas hace años con reputados matadores. Estuvo en América del Sur en otra ocasión, y allí a gradó mucho su trabajo, su valor y buenos deseos. En Sevilla ha tomado parte en algunas corridas de toros de cartel y no pocas novilladas. Al llegar la hora de matar, no se andaba con dibujos, y pronto daba cuenta de las reses. Como sabía que su muleta no era ni de castigo ni de defensa, empleaba pocos pases, y aunque con poco arte, salía del paso".