Los toros dan y quitan

MANUEL BALLÓN << EL AFRICANO >> 1702 - XXXX

MANUEL BALLÓN    << EL AFRICANO >>   1702  -  XXXX

Manuel Ballón (El Africano), quien  un 16 de agosto de 1720, en la plaza mayor de San Roque (Cádiz), inventó para gloria del arte del toreo el pase de muleta
Cortesía del Sitio Web
http://historiadeltoreoenalgeciras.com/galeria.html

Refiere el erudito Daniel Tapia en su obra “Breve Historia del Toreo” que en el periódico taurómaco “El Clarín” (No. 20 publicado en Madrid, en 1850) citan que Manuel Ballón nació en el barrio de la Cestería, extramuros de Sevilla, por el año de 1702. A los 12 años de edad, tuvo una discusión  no buscada con un amigo y compañero de oficio, que vino a terminar en duelo y consecuente muerte de su agresor, siendo por ello fue condenado a 6 años de presidio en Ceuta. Logró escapar y pasa al campo moro con carácter de renegado, residiendo en África, donde aprende los medios de burlar los toros, dedicándose además al comercio para subsistir. Por los años de 1720 llega a Gibraltar en unión de otros moros a vender naranjas, dátiles, babuchas y otros objetos, enterándose que en San Roque se corrían novilladas bajo la dirección de Francisco Romero, natural de Ronda, a quien busca y suplica le deje matar un toro, cosa que le conceden, haciéndolo de manera ejemplar, al trastearlo divinamente con “figurada muleta que improvisa con un capote y un palo de una tercia de largo” (y que para algunos doctos, sirve de inspiración a Francisco Romero para inventar la muleta), para después, con arrojo indecible, matarle de una sola estocada cara a cara y cuerpo a cuerpo, tal que causa la admiración de los presentes, recibiendo la más completa ovación ahí dada, pues era la primera vez que habían visto esta clase de suerte hecha con tanta gracia y gentileza. Dos días después se presenta en Algeciras y el mismo triunfo le sigue las dos tardes siguientes y la novedad se extiende como chispa por toda España. Después se reconcilió con la iglesia, habiendo logrado a fuerza de constancia lo que con tanto anhelo esperaba, pero a poco desapareció de Sevilla y según dicen, parece que falleció en la Inquisición de Córdoba, ignorándose la causa, ni hasta hoy ha podido averiguarse.

Cuenta Don Daniel, que en perfección de la suerte que corrió Manuel Ballón, están las leyendas que recoge el Bachiller González de Ribera, a quien siempre intrigó el carácter misterioso del torero, y que aparecen reproducidas en el No. 721 de la revista taurina  “Sol y Sombra” del año 1910, y donde refieren, que siendo muy joven este brillante torero, en su estadía por Sevilla entro en amores con una moza de rumbo, prodigio de hermosura, ya que no de virtud y consecuencia, puesto que al sorprenderla Manuel en repetidas infidelidades, mató o hirió a uno de los favorecidos rivales, según algunos, o a la mujer de sus amores, según otros;  el caso es que protegido por algún influyente, marchó de nuevo al continente africano, a cumplir en aquellos presidios condena impuesta por la cancillería de Sevilla…Después se dice que hacia 1765, reaparece en Sevilla a los 63 años, un tanto grave y taciturno, pero bien acomodado de intereses y hecho torero, más perfecto al parecer en los lances del campo y a caballo que toreando a pie y en coso cerrado; sumamente cortés y comedido, de correctos modales, gustando de tratar gentes de buena educación y categoría, toreaba por gusto, vivía bien, cazaba con personas de prestigio, siendo estimado y respetado en Sevilla. 

Don Martín Ruiz Gárate, el reconocido historiógrafo taurino, refiere en su obra “Inventario de Matadores de Toros 2005”,  que MANUEL BELLÓN (EL AFRICANO) nació en Sevilla. Tomó la alternativa en Ronda (Málaga) de manos de Francisco Romero.

Cita el historiador contemporáneo José Antonio Román Romero en su Blog en Internet “De Hombres, Toros y Caballos” que MANUEL BELLÓN “El Africano” nació en el primer tercio del siglo XVIII. Una trágica historia de amores motivó su expatriación. Enamorado de una hermosa sevillana cuando aún no había cumplido veinte años, otro hombre le disputó su cariño. Manuel Bellón lo mató y para huir de la justicia, se marchó a África, donde permaneció doce años sin que de él se supiera una palabra. Otras versiones dicen que se dedicó al negocio de provisiones en Orán y que hubo de venirse a España después de que lo acusaran de la muerte de un "baratero de los moros" e incluso que fue mozo de provisiones en la prisión de Orán. Esta larga estancia en aquel continente fue la que dio origen a su apodo, pues Bellón había nacido en Sevilla. Corno todos los desterrados, sólo ansiaba volver a su patria. El tiempo transcurrido influyó en que se olvidara el delito que cometió. Además, y para facilitar la realización de sus propósitos, parece ser que obtuvo promesas de protección (le alguna persona de muy alta influencia, y ya en estas condiciones se determinó a regresar a su pueblo. Volvió en la época en que los diestros Pedro Romero y Juan Palomo, Juan Romero, José Leguregui y Juan Esteller eran los ídolos de la afición taurina; compitió con ellos y supo hacerse lugar primero y luego llegar a la primera fila, captándose simpatías cada vez más numerosas y más entusiásticas, hasta el punto de que acerca de su valor sereno y constante se creó una leyenda, según la cual, el Africano despreciaba la vida, amargado por el recuerdo de su primer amor y del trágico suceso que le puso fin. Como jinete no hubo caballo que se le resistiera, pues dominaba fácilmente aun a los más indómitos; enlazando derribando a caballo, no tuvo igual; asombraba a todos practicando estas suertes con una pericia de que no había ejemplo. Este fue el fundamento de su fama. Luego, cuando comenzó a torear a pie demostrando en ello tanto valor y tantas aptitudes como para el toreo a caballo, creció aún más su reputación. No había transcurrido mucho tiempo desde el día en que, causando general sorpresa, se presentó como lidiador entre los que acaparaban las simpatías del público, cuando disputaba a estos la popularidad y la lograba tan alta o más que casi todos ellos. Manuel Bellón no se dedicó al toreo para ganarse la vida, pues cuando volvió de su extrañamiento era ya un hombre bien acomodado. De no ser así, de haber buscado en la lidia de las reses bravas una fuente de ingresos, es seguro que el africano se hubiese prodigado más y su fama eclipsaría a la de la mayor parte de sus colegas de entonces. Pero como hemos dicho, solo toreaba por afición, tal vez por lograr el aplauso de la muchedumbre, y en vez de buscar contratas, las rehuía, pues sólo siendo muy buscado, por compromiso y merced a recomendaciones insistentes, accedía a presentarse en algunas plazas de primer orden. En la década de I760 a 1770 logró sus mayores éxitos y su mayor renombre. Su arte y su valentía, siempre iguales ante toda clase de toros, producían insuperable admiración, Afirmase que él fue el primero que practicar la suerte de matar con los terrenos cambiados, que, como es sabido, consiste en ocupar el torero el terreno de la res, y que es de gran exposición, pues si el diestro no logra salir hacia el centro del redondel, rozando los costillares con precisión matemática, se expone a ser cogido en las peores condiciones , esto es, clavado por el toro en la barrera. Solía matar enrollándose el capote en la mano izquierda, a modo de rodela y aguardando a los toros o yéndose a ellos según los casos. Otra de sus habilidades era la de derribar reses a brazo, cogiéndolas por la cola. Se dice que él inventó este procedimiento, que ya se comprende lo arriesgado que debe de ser por lo poco que se ejecuta. Bellón se retiró pronto del toreo; mejor dicho, se retiró a tiempo, en la plenitud de sus facultades y cuando aún podía haber sostenido la competencia con los diestros de entonces, con muy buen sentido, prefirió que solo quedasen de él buenos recuerdos, y antes de que decayera su fama, renuncio a torear. Su fortuna era más que suficiente para vivir con regalo el resto de sus días, desapareció en forma tan sorprendente como su presentación a la vuelta de África. Nadie le vuelve a ver vivo ni a saber a ciencia cierta qué ha sido del ya famoso lidiador. Corren por Sevilla los más extraños y contradictorias rumores, pero no es posible confirmar o negar ninguno. Lo único indudable es que un buen día parece esfumarse sin dejar tras de sí el menor rastro. Fue maestro de Joaquín Rodríguez "Costillares" al que dio la alternativa. Creó las cuadrillas organizándolas con: "un medio espada, picadores, rehileteros, chulos, arponeros, parchero y cachetero". Poco más se sabe de su vida y aún menos de su muerte, aunque los curiosos que tratan de aclarar los misterios que envuelven al africano, y esencialmente su desaparición, Ninguno consigue nada. En cambio, algunos folletinistas de exaltada imaginación se despachan a su gusto inventando truculentas y pintorescas explicaciones. Según la que alcanza mayor difusión en la época romántica -sin que nadie acierte a probar que tenga un fundamento sólido- Manuel Bellón, detenido en secreto por la Inquisición en virtud de una grave denuncia presentada contra él. es conducido y encerrado -también en el más riguroso secreto- en la cárcel de Córdoba, donde muere. Pero ni siquiera esta versión tan problemática de los hechos, acierta a decirnos en qué año ni de qué perece el maestro de Costillares.