Los toros dan y quitan

EL TORO ENDIABLADO DEL CERRO DEL MERCADO EN DURANGO, MÉXICO

EL TORO ENDIABLADO DEL CERRO DEL MERCADO EN DURANGO, MÉXICO

Catedral Basílica Menor de la Inmaculada Concepción en Durango, Durango, México (1695-1844)
Al fondo lo que resta del misterioso "Cerro del Mercado"
http://genariux.wordpress.com/2008/05/29/la-catedral-y-el-cerro-del-mercado/

Walter Bishop Velarde, escritor y fotógrafo, refiere en una editorial de su autoría, titulada "El Cerro del Mercado", que fue en 1552 cuando Ginés Vázquez de Mercado por órdenes del gobierno de Nueva Galicia (Jalisco) salió con una expedición de por lo menos cien españoles, en busca de un cerro de plata que prometía ser la mina más rica de toda Nueva España, no pasaron muchos días y a finales de ese mismo año, cuando Vázquez arribo al Valle del Guadiana y pudo contemplar el cerro, sufrieron una gran decepción pues este no era más que una montaña de Fierro. Según cuenta la historia, ese mismo día emprendieron el regreso a Guadalajara, con tan mala suerte que en su camino en una ciénega por el rumbo de Sombrerete una noche los atacaron los Indígenas, dando muerte a dos españoles y gravemente hiriendo al Capitán Vázquez de Mercado, heridas que le causaron la muerte unos cuantos meses después de tal infortunio.
En 1563 se funda la ciudad de Durango por el Capitán Francisco de Ibarra y "El Cerro del Mercado" sin pena ni gloria queda sin aprovechar hasta 1828, casi trescientos años después de que el país se independiza y se deja de traer fierro de España, mismo que se usaba como lastre en los navíos que llegaban de Europa para cargar oro y regresarse al viejo continente con su valiosa carga.
El Cerro de Mercado ha estado lleno de misterios y leyendas desde su descubrimiento, entre las más conocidas tenemos la del "Toro Dorado" que una vez allá por los setentas amenazó con salir, algunos periódicos dieron hora y fecha del suceso, (nos quedamos esperando) y otra que se le atribuye al explorador que por cierto nunca vino a Durango el célebre Barón Alexander Von Humbolt quien en algún momento de aburrimiento o lucidez dijo que el "Cerro del Mercado" era un gigantesco meteorito de fierro, pero claro que no es cierto.

Por el lado más científico coinciden varios estudiosos en que el "Cerro" es un afloramiento de magma compuesto por enormes cuerpos de óxidos de fierro magnético pero como todo tiene dos lados, otros investigadores, le dan un origen hidrotermal, una controversia que hasta la fecha siguen ganando algo de terreno los del magma, pero sin definir. De lo que si estamos seguros es que los depósitos forman parte de la llamada Caldera de Chupaderos y ya sea de uno u otro origen esto sucedió hace muchos millones de años y en tantito para el caso lo mismo da. Físicamente el "Cerro" tiene forma triangular de aproximadamente 2 kilómetros de largo, unos 150 mts, de altura, estando en su punto mas alto, a 1,950 metros sobre el nivel del mar, donde instalan el ya tradicional se puede decir, arbolote de Navidad cada año. Es famoso por los cristales de Apatito llamados "Berilos" que se encuentra nada más aquí por lo que son importantes para los coleccionistas de minerales y piezas grandes de Martita, además lo más interesante y promisorio es que cuenta con unas reservas mas o menos probadas de más de 12 millones de toneladas, y puede mejorar, o sea tenemos "Cerro" para rato aun cuando los camioncitos "Yucles" pueden con 85 toneladas de material mismo que es cargado de tres cucharasos de más de 20 ton., cada uno, por otra súper máquina. Aquí cabe recordar que las góndolas tradicionales de antaño, nada más podían con una tonelada de carga misma que era empujada por un solo minero.

Hacia junio de 2005, el editorialista del diario "El Siglo de Durango", don Alberto Ballesteros Cárdenas publicó una editorial titulada "¡Aparece el legendario Toro!" donde comenta que La activación de un explosivo permitió la devastación casi total de un extremo del Cerro de Mercado, pero además, dejó al descubierto evidencias que revelan que el mito transformado en la conocida leyenda de "El toro del Cerro de Mercado" podría estar basado en muchos más datos reales de lo que se cree. Todo inició en una jornada normal en que ingenieros y obreros que laboran en la industria que tiene en este momento el derecho de explotación del mineral que abunda en este lugar, dirigían maniobras para la devastación de un montículo que a su vez representaba el extremo poniente del Cerro: se dispusieron los elementos técnicos necesarios para tal fin y todos, como sucede siempre en este momento culminante, aguardaron a escuchar la terrible explosión. Pasada ésta y después de que la enorme y densa nube de polvo y tierra levantada violentamente con la explosión se disipo en el aire, fue entonces cuando los presentes pudieron apreciar una conformación ósea incrustada en las rocas del suelo, prácticamente integrado a la piedra: "Es muy clara la figura que se dibuja en esa superficie", dijo el Ing. Severino Arreola. "Sin duda es animal y sin duda se trata de un toro, un toro de proporciones extraordinarias y al parecer de hábitos también extraordinarios, esto por los elementos encontrados junto a esta figura", continuó diciendo el Ingeniero. De acuerdo con los datos proporcionados por el entrevistado y por otras personas que no sólo atestiguaron este hallazgo, sino que participaron en el registro de la experiencia para la bitácora de la propia empresa, lo que se encontró fue una enorme figura de toro de 3.7 metros de largo: desde el nacimiento del rabo hasta la punta de la nariz y 1.8 de altura, sin incluir los cuernos. De entrada, se trata de un ejemplar de dimensiones singulares que difícilmente se pueden explicar. Otro dato fue aportado por el Dr. Campuzano, especialista en el tema, quien después de valorar la morfología del dibujo óseo definió al toro entre los tipos "enmorrillado" y "calgueño". Él explicó las razones para sustentar tal afirmación en términos de la forma y proporciones que guardan los diferentes constituyentes anatómicos del animal entre sí: cabeza, patas, barriga, cuello, lomo, etc. Claro que esta definición no dice mucho a quienes reconocemos los toros a nivel genérico, pero servirán para rastrear los orígenes de este caso.
Pero la sorpresa completa de ese día no incluía solamente la figura del toro incrustada en la roca, sino que adicionalmente se descubrió otro elemento que agrega sorpresa y misterio a la leyenda. Una leyenda que le otorga propiedades sobrenaturales y hasta demoníacas a esta bestia. Un toro negro que representa a la entidad maligna, al Diablo. Este otro elemento lo constituye el hallazgo de la cueva que, de acuerdo con las características del lugar preciso en que se encontró, este toro sí habitó y que pudo ponerse al descubierto al remover los escombros y sobre todo la enorme plancha de roca en que se hizo el hallazgo. Hasta ahora se puede tener certeza de que un gran toro habitó una cueva en el Cerro de Mercado. Quedaría pendiente -con relación a la leyenda-, demostrar que fue completamente negro, que echaba fuego por los ojos, que tenía los cuernos de oro y que cuidaba celosamente un vasto tesoro colocado en el interior de su cueva. De cualquier manera la investigación continuará aportando resultados, que a decir verdad no preocupa mucho si la leyenda es completamente cierta porque de hecho ninguna lo es; al contrario, pareciera que es una interesante versión durangueña de aquel mito en que Pasífae hizo que Dédalo construyera una vaca en la que se introdujo para colmar sus deseos de ser poseída por el toro. De su cópula nació el Minotauro, señor del laberinto. Al parecer el laberinto es esa cueva de la que apenas se sabe la entrada pero que aún no se conocen los misterios ni las sorpresas que encierra, porque además, estaría también pendiente tener la certeza de que esas propiedades cuasi-humanas de que habla la leyenda: salvaguardar la cueva y el tesoro y para ello ahuyentar a los intrusos arrojando volutas de fuego y chispas, no acercan a esta bestia más a un minotauro que a un simple toro enfurecido.

Al respecto y en abundamiento de detalles, resulta oportuno recordar que alguna vez leímos en el sitio en la Internet "Leyendas de Durango" del Lic. Tomás Morales Soto (y Colaboradores), una editorial titulada: "El toro de los cuernos de oro", donde refieren que se dice que en el interior de la montaña misteriosa (El Cerro del Mercado) existe una enorme cueva, cuya puerta se abre por minutos a las doce de la noche todos los días, de donde sale un enorme toro negro que tiene los cuernos de oro y arroja fuego y chispas de lumbre por los ojos, la nariz y el hocico.

Una persona de nombre Martín Hernández, que fue conserje en la Escuela Secundaria Mariano Balleza de Canatlán, Durango, aseguro haber vivido la experiencia de torear a dicho toro, seguirlo en su veloz carrera y penetrar a la cueva misteriosa en donde se encontró con una serpiente de proporciones descomunales que infundía terror, la cual media en su cuerpo unos veinte centímetros de diámetro y unos cinco o seis metros de largo. El repugnante ofidio se enredo en el cuerpo de don Martín y con su lengua le lamió la cara y las manos, dándole con esto un valor inusitado y misterioso que le permitió continuar con su aventura, la serpiente se desenredo de su cuerpo y conduciéndose ondulante delante de el, le señalo el camino que debería seguir para llegar hasta donde se encontraba el tesoro.

Contaba el anciano que llegaron a una parte donde la cueva enanchó considerablemente y se miro iluminada por una luz que no se sabia de donde procedía, pero daba esplendor y belleza al espectáculo en donde se veía una cantidad enorme de objetos de oro blanco y amarillo, en donde destacaban grandes piedras preciosas relucientes y brillantes que emitían destellos de distintos grados de intensidad y colores, unas eran blancas, moradas y negras. Los objetos de oro macizo eran innumerables, desde anillos, pendientes, collares, estatuas, vajillas, obras en relieve, cofres. Cuando el hombre enajenado con tanta riqueza tomaba una pieza, la dejaba para contemplar otra y luego descubría otra de mayor belleza, llego hasta él, una mujer joven de unos 20 años de edad, rubia y hermosa que acercándose al intruso le dijo: Martín, todo esta riqueza es tuya, porque eres el primero en descubrirla, hasta este momento no ha habido mortal alguno que se hubiera atrevido a penetrar a esta cueva donde descansa para siempre este tesoro. Tu lo conquistaste y te quedaras para siempre a vivir con él, hasta la consumación de los siglos, porque no puedes sacar de aquí, ni una sola piedra, solamente el recuerdo de lo que acabas de mirar. En ese momento escuche un enorme ruido ensordecedor y mire nuevamente al enorme toro negro que pisando sobre aquel fantástico tesoro mugía como con deseos de salir de aquel lugar.

Me acerque al animal y en el momento que lo tome por la cola, emprendió su veloz carrera hacia la oscuridad del túnel de la cueva. Con toda la fuerza de mi energía vital, me prendí con las dos manos de aquel animal que mas que correr volaba. Después de unos segundos, advertí al aire fresco de la noche y contemple las estrellas del cielo, lo cual me decía que estaba fuera del interior del Cerro del Mercado. Aquella sensación de libertad me hizo desprenderme de la cola del toro, el cual con la velocidad que corría me arrojo disparado hacia unas rocas en donde caí y perdí el sentido. A la mañana siguiente desperté desorientado por lo que había pasado con esfuerzo reconstruí el recuerdo de los acontecimientos y al consultar la fecha en que me encontraba advertí que había pasado exactamente veinticuatro horas en el interior de la cueva misteriosa en donde todas las noches sale el toro negro con cuernos de oro. Muchos lugareños de los contornos del Cerro del Mercado aseguran haber visto al legendario toro pero creo que a ninguno le ha tocado penetrar a la cueva que guarda el encantado tesoro hasta la consumación de los siglos.

Resulta recurrente en las añosas explotaciones mineras de los españoles en América, o donde se tuvieren almacenajes de oro, plata y piedras preciosas, para ser trasladadas a España, el hecho de que se inventaran, en forma paralela, maldiciones o leyendas diversas, tendientes a asustar a la población, con objeto de protegerlas. Pero en particular en este caso, desconcierta de sobremanera, el hallazgos de los restos del animal, pues esta probado que un gran toro habitó una cueva en el misterioso Cerro de Mercado.
Fuentes:
http://www.durangoturistico.com/destinos/22cerro.html
http://www.elsiglodedurango.com.mx/noticia/72330.aparece-el-legendario-toro.html
http://usuarios.multimania.es/leyendasdedurango/8.html