Los toros dan y quitan

ANTONIO PÉREZ (EL CHICO DE LA GUAYABERA) (XXXX - 1912)

ANTONIO PÉREZ     (EL CHICO DE LA GUAYABERA)

Solo para efectos ilustrativos>
"Ídolos Futuros o Torerillos"
Obra del inconmensurable pintor español Ignacio Zuloaga y Zabaleta (1870 – 1945)

Me escribe el docto cronista mexicano, don Rafael Gómez Lozano para comentarme que refiere don José María Cossío en el Tomo III de su obra "Los Toros-Tratado técnico e histórico", Pág. 722, que Antonio Pérez (Chico de la Guayabera) fue un muchacho zaragozano, que mató vacas en su tierra en contadas ocasiones cuando Florentino Ballesteros empezaba y hacía lo mismo. Se presentó en Zaragoza en 1910 y volvió a actuar en 1911. En Luceni, el 4 de mayo de 1912, sufrió de una vaca una grave cornada en el cuello. Murió a poco, víctima de la tuberculosis.

Sigue contando don Rafael, que en otra versión más añosa del Cossío, se le figura con más rodaje taurino, al referir que: Pérez, Antonio (Chico de la Guayabera) (?-1912). Nacido en Zaragoza, fue un muchacho que decidido a triunfar en el mundo de los toros, comenzó a participar en capeas por diferentes localidades. En 1910 debutó en Zaragoza, matando varias vacas, y así continuó por diversas plazas, hasta que el 4 de mayo de 1912, actuando en Luceni, sufrió una gravísima cornada en el cuello, de la que falleció poco después, al complicarse la evolución de sus heridas por la tuberculosis pulmonar que padecía.
Fuente:
http://www.cesbor.com/PDF/descargas/biografiasII.pdf
(Pag. 825 del PDF.)

Resulta por demás coincidente, puesto que se trata de la misma localidad y fecha en que sucede la tragedia, que los eruditos Juan José de Bonifaz e Ibarra, y don Juan José Zaldívar Ortega consignen a un tal JULIO PELLICER GARCÍA, de quien citan respectivamente en ese órden:

El principiante Julio Pellicer García falleció a poco de ingresar en el Hospital Provincial de Zaragoza a consecuencia de una cornada recibida en su ojo derecho, propinada por una vaquilla en el desarrollo de una capea celebrada en Luceni (Zaragoza) el 4 de mayo de 1912.

Matador de novillos, del que tenemos la única referencia de que, toreando en la Plaza de Toros de Luceni (Villa situada en la Ribera Alta del Ebro, a 38 Km. de Zaragoza), la tarde del 4 de mayo de 1912, en un festejo de vaquillas, una de ellas le introdujo el asta en un ojo, a consecuencia de lo cual falleció.

En esta cronología de tragedias taurinas se incluyen por separado ambas necrologías, resultando materia de estudio, el investigar si se trata de la misma persona, o bien conocer, si en esta funesta capea acaso hubo dos accidentados, cosa bastante improbable, uno por cornada en el cuello, y el otro por cornada en el ojo, o bien indagar quien era realmente JULIO PELLICER GARCÍA y el porqué los doctos Bonifaz y Zaldívar omiten mencionar a ANTONIO PÉREZ "EL CHICO DE LA GUAYABERA" en el listado de las víctimas de la fiesta, a no ser porque los médicos que le atendían de la cogida, finalmente decretaron su muerte debido al agravamiento de la tuberculosis que padecía, y no por la cornada en el cuello, o simplemente se trata de un error de estos eruditos.

En el libro "Magenta y Oro" (Biografía del torero zaragozano Florentino Ballesteros) de don Emilio Quintanilla Buey, se cita en sus páginas 131-134, que ese día, 4 de mayo de 1912, Florentino Ballesteros y Antonio Pérez "El Chico de la Guayabera", quienes llevaban grande amistad, tomaron juntos el tren para asistir a las fiestas de la Santa Espina en Luceni para participar en la capea. Ahí refiere este autor textualmente: Los dos amigos hicieron las delicias del público que asistía a las vacas y que terminó por dejar a ambos chavales solos en la plaza. Los lances de capa y de muleta, los quites y los arriesgados adornos entusiasmaron a los luceneros. Pero no andaba lejos la tragedia. Una de las reses empitonó a "El Chico de la Guayabera" por el cuello y lo dejó tendido en el suelo, inconsciente y muy mal herido. Los desesperados intentos por reanimarle y por cortar la hemorragia en esos momentos tuvieron escaso éxito y se decidió trasladarlo cuanto antes a la capital. Cuando ingresó en el Hospital de Zaragoza apenas le quedaba un soplo de vida. Todavía consiguieron los médicos que Antonio Pérez viviera casi dos meses. Hubo un momento en que abrigaron un rayo de esperanza. Antonio llegó incluso a reconocer desde el lecho del Hospital a Florentino y a intercambiar con él algunas palabras entrecortadas. -Qué mala suerte, Florentino... Estas cosas a veces pasan... Los que nos dedicamos al toreo tenemos que estar preparados para esto... Me encuentro muy mal… Creo que es el final... -No digas eso, Antonio -trató de animarle su amigo-. Te pondrás bien. Dentro de poco estaremos otra vez toreando. Ya lo verás. Finalmente un vómito de sangre hizo que "El Chico de la Guayabera" entrara en coma, estado del que ya no se habría de recuperar. A finales de junio de 1912 falleció el mejor amigo que Florentino había tenido nunca. Casi un hermano. Los médicos no achacaron la muerte a la cornada recibida en Luceni, sino a un súbito agravamiento de su enfermedad pulmonar. Florentino se quedó sin su mejor amigo y, de alguna forma, sin su "apoderado", ya que era Antonio Pérez quien, por la buena relación que llegó a tener con el empresario de la plaza de toros en aquellos años, don Estanislao Fraile, le buscaba a Florentino oportunidades de intervenir en diversas becerradas y capeas aunque fuera como banderillero o como sobresaliente, lo que le proporcionaba al chico algunos ingresos por supuesto muy precarios. El entierro del "Chico de la Guayabera" fue muy emotivo. No sólo el Hospicio en pleno, sino gran parte de las figuras del mundo taurino zaragozano y numerosos críticos se congregaron en el acto. Florentino se encontraba muy afectado repasando mentalmente todo lo que Antonio Pérez había representado en su vida, desde muy niño: su compañero de juegos, su confidente, su camarada de fechorías en la etapa de Calatayud, su amigo leal en los últimos años, su "empresario" gracias al cual había vestido por primera vez en su vida un traje de luces...