Los toros dan y quitan

MUERE AFICIONADO EN PUNGARABATO GRO. MÉXICO (XXXX - 1926)

MUERE AFICIONADO EN PUNGARABATO GRO.  MÉXICO

Catedral de Fray Juan Bautista Moya en Cd. Altamirano, Pungarabato, Guerrero, México
Cortesía de Mitrush (2005)

El 21 de octubre de 2011 recibí una carta del cronista Rafael Gómez Lozano (Dientefino) donde comenta haber leído en la revista "6TOROS6" No. 334 del 21 de noviembre del año 2000, donde apuntan que el 25 de noviembre de 1926, en la plaza de Pungarabato (un municipio mexicano al noroeste del estado de Guerrero), un novillo de procedencia desconocida, cogió muy grave al novillero Pedro de la Rosa, dio una tremenda cornada al banderillero Cuevas y mató de una cornada en el corazón a un valeroso aficionado que salió en auxilio de los toreros. (QEPD).

Pungarabato (que significa Cerro de Plumaje en purépecha) es un municipio guerrerense en la región de tierra caliente, cuya cabecera es Ciudad Altamirano y en donde otras localidades importantes son: Tanganhuato, Las Querendas, Sinahua y Santa Barbara

El 12 de octubre de 2018, recibí una nueva carta electrónica de D. Rafael Gómez Lozano donde me allega la digitalización de la revista "Toros y Deportes" (El Universal Taurino) No 269, de diciembre 20 de 1926, México D.F., publicando una nota sobre la referida tragedia: La primera corrida de feria, verificada la tarde de ayer en Pungarabato, resultó trágica. Hubo animación por presenciar las corridas de feria para las cuales fueron contratados el matador Pedro de la Rosa y su cuadrilla. La fiesta se iba desarrollando, sin el menor incidente y sin que, por la mente de los espectadores pasara la idea de que algo terrible, inenarrable, pudiera suceder. El segundo toro, un bicho imponente, fue el causante de la tragedia que tiene consternados a todos los habitantes de este lugar.

Pedro de la Rosa fue cogido por el morlaco en forma espantosa, sufriendo dos cornadas de caballo: una entre las dos vías y otra en el escroto. El mismo bicho no contento con su primera hazaña, alcanzó al banderillero Cuevas, al cual le infirió un cornalón de quince centímetros en la región glútea y le partió la pierna derecha. El bicho se había aquerenciado con el herido y le tiraba terribles gañafones: un espectador bajó al ruedo, a fin de apartar a la fiera del lado del caído y fue alcanzado por el toro que, de una cornada en el corazón, lo mato.

Como sucede en todos estos pueblos, la enfermería mal atendida y unos cirujanos que no saben sus deberes; los heridos fueron pesimamente mal curados. El general Castrejón dio órdenes terminantes de que se procediera a buscar a un buen doctor para que se hiciera cargo de los lesionados pagando él, de su peculio, todos los gastos que origine dicha cura. La acción del mencionado militar ha causado una grata impresión entre todos los habitantes del lugar que no se separan de los alrededores de la casa donde se hallan recluidos los dos infelices toreros. El médico que se ha encargado de ellos hace esfuerzos sobrehumanos por salvarles la vida. (El Corresponsal)